martes, 29 de abril de 2014

Siempre conmigo

Yo nunca he sido de tatuajes pero, desde que murió Álex, se me puso la idea en la cabeza. Me esperé un año, por miedo a que me pudiera arrepentir y, tras nacer mi segundo hijo, como seguía sintiendo ese deseo, me lo hice.

martes, 22 de abril de 2014

Sigo soñando con él

Aunque pase el tiempo, sigo teniendo pesadillas. Revivo una y otra vez su muerte. A veces tal cual pasó,  otras de forma diferente pero,  el final siempre el mismo: muere.

Lloro tanto en mis sueños... Son tan reales... El dolor es tan grande... ¿Cuándo pararán estas pesadillas? ¿Algún día soñaré con él sin sufrir?

Por lo que veo, en el día a día,  el tiempo calma el dolor pero éste jamás desaparece y se pone de manifiesto en el subconsciente, mientras duermo . Ha pasado un año,  cuatro meses y veinte días pero sigo sintiendo dolor y pena por no tener a mi pequeño.

Pensaba que cuando tuviera a mi segundo hijo, Hugo,  los sentimientos cambiarían porque lo quiero con locura y desde que él nació estoy mucho mejor y tengo alegrías cada día  pero, sigo sintiéndome mal cuando pienso en Álex,  que es cada día.  Sigo mirando a los niños que tienen la edad que él tendría con nostalgia. Siempre tendré esa espina clavada. Ese amor que no pude dar.  Esas ilusiones perdidas y un sinfín de sentimientos malos, llenos de dolor.

Nunca pensé que me pudiera afectar tanto. Al fin y al cabo, no nació vivo pero...esos nueve meses dentro de mi, fueron suficientes para quererlo para toda la vida. Porque mientras  él vivía yo era muy feliz y desde que murió,  creo que no lo he vuelto a ser al 100%. Una parte de mi murió con él. Puedo reir por fuera mientras lloro por dentro. Puedo tener más hijos y ser feliz con ellos pero,  siempre pensaré en él,  en lo que pudo haber sido y no fue.

martes, 15 de abril de 2014

La muerte se impone

Así es, día tras día podemos comprobar como la muerte deja su huella. 

Familias enteras quedan destrozadas por la marcha de ese ser querido. Una marcha a veces previsible, otras repentina. Dolorosa igualmente.

Cuando le toca al prójimo sentimos lástima pero, cuando nos atañe... ¿qué sentimos? Yo desgraciadamente perdí a mi padre el 10 de septiembre de 2012 de forma inesperada. En tres días se fue tras una vida llena de salud y lo peor de todo es que se fue por una sucesión de malas actuaciones médicas. 

Ese hecho me dejó paralizada. Algo que yo jamás iba a imaginar que pasara en ese momento. Lo recuerdo todo perfectamente. Cómo sucedió, todos los detalles de esos 3 días,  conversaciones enteras e incluso la ropa que llevaba. Es increíble como la mente humana guarda esa serie de datos,  algunos innecesarios, para crear la historia de lo sucedido.

Un shock. Como ya he dicho, algo que oía,  pero no pensaba que le iba a pasar a mi padre. De repente, tras una vida llena de trabajo, cuando más estaba disfrutando, dejó de existir. 

En este caso, la muerte se impuso. Sin temerla en ningún momento,  sin verla venir. Vino.

Con ese dolor tan grande, con ese vacío, tenía un motivo de alegría y es que llevaba dentro de mi a Álex. Estaba embarazada de 6 meses y medio. Él me hizo afrontar su pérdida de otra manera. 

Pero, la muerte se impuso de nuevo. Esta vez se llevó a Álex. Madita muerte, que me quitó en tres meses a mi padre y a mi hijo. ¿Por qué? ¿Tan mal se había portado mi familia para tener esos castigos? ¿No se supone que si eres bueno recoges cosas buenas? pues no... está claro que no. La muerte llega a todos. Buenos y malos.

Esto pone de manifiesto lo que todos decimos en estas ocasiones pero se nos olvida en el día a día.  Que tenemos que aprovechar cada momento,  vivir intensamente e intentar ser feliz porque todos tenemos un final y no sabemos cuando llegará. 

Es muy triste pensar que puedan morir las personas que quieres o que incluso tú mismo puedas morir; pero así es.  Vivimos para sufrir la pérdida de quienes amamos. 

La pregunta es ¿Si yo muriera hoy, estaría orgullosa de lo hecho en vida? ¿Moriría en paz? Una cosa tengo clara, espero no morir todavía pero, cuando llegue el momento, no estaré sola. En la Tierra dejaré mucha gente que me ama y en el Cielo estarán mi hijo y mi padre para recibirme.

Mientras tanto, seguiré viviendo, intentando ser feliz con lo que tengo y asumiendo lo que me falta. 

jueves, 3 de abril de 2014

Aún habiendo sido precavida

Mira que habíamos sido precavidos mi marido y yo.

No empezamos a comprar nada de lo necesario para Álex hasta que estuve de 7 meses por miedo a que pasara algo. Lo único que habíamos pedido era el conjunto de paseo pues nos decían en la tienda que tardaba dos meses y por si era sietemesino (ingenua de mi), lo pedimos.

Asi que, cuando se acercaba la fecha probable de parto, me entró el "síndrome del nido" que llaman y las prisas por tenerlo todo a punto. Nos pasamos los dos últimos meses comprando todo y yo, por mi manera de ser, agobiando a mi marido "tenemos que comprar esto", "tenemos que hacer lo otro", ir al cine y a cenar por ahí que luego no podremos... en fin, cosas de esas, pensando que nuestros momentos de pareja se iban a ver perjudicados y serían nuestros últimos días de estar solos.

Era consciente, aunque evidentemente nadie está preparada, de que podría tener un aborto los 4 primeros meses, que el bebé pudiera tener alguna malformación o que algo malo pasara en el parto y le provocara alguna deficiencia pero, una vez pasados los nueve meses y todas las pruebas bien, lo que menos podía imaginar es que llevara dos vueltas de cordón y se muriera dentro de mi a dos días de su llegada.

Todas mis ilusiones, todas mis expectativas, todo mi amor, las ganas de verlo crecer feliz y educarlo lo mejor que pudiera... ¿dónde quedaban ahora?

Eso era lo que pensaba los primeros días hasta que pasé a pensar sólo en él: no podrá conocer a su mamá y a su papá, no podrá abrir los ojitos, experimentar el calor humano y todas sus emociones, no podrá caminar, tener amigos, tener un futuro... no podrá hacer nada porque, de un momento a otro, ha dejado de existir.

Así que lo que yo sintiera por mi, quedó de lado y vino un dolor más grande al pensar sólo en Álex, en lo que pudo ser y no fue... 

Tengo un secreto

Te tengo un secreto.


Uno del que nadie habla. Los bebés mueren, tus sueños quedan destrozados y algunas veces los corazones no sanan sin cicatrices visibles. Trata de arreglar el tuyo de todos modos.

Te tengo un secreto…

La gente no entiende. Algunos tratarán, otros mirarán hacia otro lado mientras otros te agredirán por contar la historia de la muerte de tu hijo. Compártela de todos modos.

Te tengo un secreto…

Yo tengo un hijo. Puede que no lo veas, pero es real y también lo es mi título de mamá. Y estoy orgullosa de mi rol como madre!

Te tengo un secreto…

Aunque este sonriendo, me muero por dentro. Puede que no hable de cómo sucedió porque cuando mi hijo murió una parte de mi también lo hizo, pero hablar y compartir es la única forma que conozco para calmar el dolor. Necesito que puedas hacerme un lugar para lo incómodo, para lo real y las verdaderas emociones de depresión, desesperación, dolor y pena de mi experiencia. No se supone que de eso trata ser amigos y humanos de todos modos?

Te tengo un secreto…

Estoy enojada de que mi hijo murió. Por qué yo? por qué mi hijo? Me pregunto a mí misma, a Dios, sin ninguna respuesta. Por qué nos tuvo que pasar esto?

Te tengo un secreto…

Estoy celosa de que tengas a tu hijo y yo no tenga al mío. Si, lo dije. Qué vas a hacer con mi envidia de todos modos…?

Te tengo un secreto….

Siento que es mi culpa que mi bebé muriera. Siento que tendría que haber sabido más. Pero no voy a aceptar esa culpa, voy a buscar la forma de perdonarme.

Te tengo un secreto…

La gente va a evitar escuchar tu dolor, incluso si no tratas de esconderlo. Aquellos que no conocen tu dolor se asustarán de la forma con la que expresas tu pena. Habla sobre eso de todos modos.

Te tengo un secreto.

Mi bebé murió. Y ya no quiero sentir que tengo que esconderlo.

De todos modos… ya no es un secreto.

Traducción de texto de Revista Still Standing. 
Link al artículo original: http://stillstandingmag.com/2014/04/ive-got-secret/